Los perros aborrecen los ruidos fuertes y repentinos.
Según un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Bristol
(Reino Unido), el 45% de los perros domésticos muestran conductas de miedo
cuando oyen fuegos artificiales y/o petardos. Las explosiones les ponen
frenéticos; pueden temblar, gemir, ladrar, esconderse donde sea, correr como
locos, orinarse... ¿Qué podemos hacer para ayudarles?
Primero, hay que intentar desensibilizarlos. Busca vídeo o audio de fuegos
artificiales (hay muchos en la red y se pueden descargar fácilmente) y
reprodúcelo, con el volumen bajo, a la vez que le das al perro algo que le
guste (algo rico de comer, un juguete). Esto convendría hacerlo varias veces al
día, y luego, ir subiendo el volumen gradualmente. Si tu amigo perruno se
muestra agobiado, baja la intensidad y comienza de nuevo. Hay que repetir
pacientemente este proceso hasta que tu mascota sea capaz de tolerar las
explosiones a un volumen bastante alto sin tener ataques de pánico.
Se trata de un procedimiento, por supuesto, que requiere tiempo y anticipación.
Si los fuegos artificiales te llegan de improviso, cierra las ventanas y las
persianas y sube la tele o pon música para ahogar, en lo posible, el ruido. Si
el perro quiere esconderse en su caseta, debajo de la mesa o de la cama, no se
lo impidas. Habla con tu veterinario para que evalúe la necesidad de recetarle
al animal un fármaco para la ansiedad; no lo mediques tú. Y pregunta también
por la posibilidad de ponerle unos tapones especiales para perros en los
oídos.
Si tienes oportunidad, asegúrate de que se cansa físicamente antes de que
empiece la pirotecnia y se desate el caos. Dale un buen paseo; un perro agotado
se pone menos nervioso.
Recuerda que los perros son animales sociales y que se sentirán mejor si, en
estas situaciones de estrés, cuentan con compañía y consuelo. Mantén la calma y
no le castigues por asustarse.